Ayuda, mi hijo está constantemente desafiando

A veces es agotador cuando tus peques gritan y se alborotan. Y pueden llevarte al límite. También puedes sentir inseguridad cuando los demás te miran o te juzgan.

¿El cansancio está acabando con tu paciencia y tu peque sigue con la energía a tope?

  • Asegúrate de que no se haga daño durante la rabieta.

  • Demuéstrale que estás ahí y, si es posible, dale espacio y deja que se tranquilice. En un momento así, las palabras y el consuelo no sirven de mucho y, a veces, empeoran la situación.

  • Cuando se le pase la rabieta, tu peque necesitará consuelo y que estés cerca. Ahora sí que puedes hablarle, porque podrá prestarte más atención.

Recuerda que ni las amenazas ni los castigos evitarán las rabietas, todo lo contrario, pueden hacer que sean incluso peores.

Las rabietas forman parte del desarrollo de niños y niñas. Ten en cuenta que están aprendiendo a manejar sus propios sentimientos y emociones, y esto es muy importante.
Lo que le pasa a tu peque es que se frustra por una situación concreta o, incluso, se enfada consigo. No es nada contra ti. Las rabietas no son la consecuencia de una mala educación.

¿Qué hago para reaccionar ante las rabietas de una forma más calmada?

  • Observa a tu peque para reconocer momentos críticos. Una rabieta puede deberse a factores como sed, hambre, enfermedad, aburrimiento, sueño o sobreexigencia.

  • Planifica el tiempo suficiente por si hay cambios. A los niños y niñas no les gusta que les despierten ni que les digan que ha llegado la hora de dejar de jugar, y necesitan más tiempo para dedicarse a otra cosa. Tenlo en cuenta cuando vayas a organizar el día.

  • A veces, menos es más. Demasiadas instrucciones u órdenes continuas, como por ejemplo: «¡Cállate!» o «¡Ten cuidado!», hacen que los niños se pongan nerviosos y que, como consecuencia, dejen de escuchar y se nieguen a hacer lo que se les pide.

  • Ayuda a que tu peque desarrolle su independencia y autonomía. Anima a tu peque a que haga algo por su cuenta y no intervengas antes de tiempo, si no hace falta. Te será muy útil si planificas un tiempo suficiente para ello.

  • Mira dentro de ti. Organiza ayuda también para ti y delega. ¿Hay alguien de tu confianza que pueda echarte una mano?

Ponte en contacto con tu asesor o asesora para madres y padres o con tu pediatra si …

... tu peque no consigue salir de su descontento y las rabietas no cesan.

¿Por qué y como los niños y niñas tienen rabietas?

Entre los 18 y los 24 meses se produce un salto muy significativo en el desarrollo infantil. Se van percibiendo como personas autónomas y empiezan a descubrir el mundo de manera consciente. Pero se topan con límites una y otra vez. Estos límites pueden ser normas o prohibiciones de sus padres, madres o demás educadores, o también pueden ser límites de sus propias capacidades y del entorno. A veces, a tu peque las cosas no le salen como le gustaría, y por eso se frustra, se enfada y se desespera. A esta edad, los niños aún no han aprendido a manejar sus emociones y sentimientos, y por eso se enrabietan. Sin embargo, estas experiencias son sumamente importantes para las personitas de corta edad. Aprenden a manejar sus emociones, el estrés y, por supuesto, la frustración. Por esto, los especialistas hablan de una fase de autonomía, porque lo decisivo en esta etapa de la vida no es enrabietarse o no, sino convertirse en un ser autónomo e independiente.

¿Cómo y cuándo se enrabietan los niños?

La fase de las rabietas puede empezar a partir de los 18 meses y puede durar hasta los 4-5 años de edad. Su intensidad varía en función de cada peque. En función del temperamento, las rabietas pueden expresarse como una protesta silenciosa o, incluso, como una retirada a su habitación.

A partir del tercer año de vida, los niños comienzan a manejar mejorar sus emociones y sentimientos. Hablar les ayuda a expresarse mejor y a calmarse por su cuenta. Gracias a esto, las rabietas disminuyen notablemente en la mayoría de los casos.

Fuentes:
www.fuerslebengut.ch

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